La vida es un andar hacia el cielo..Como viajeros, somos nosotros los que escogemos el camino. Existen caminos fáciles, caminos rápidos, vías cortas. Hay obstáculos, entre-cruzamientos, accidentes. Nosotros decidimos.
Para poder hacer juicios con claridad y saber hacia donde ir, tenemos que desarrollar la capacidad de discernir. El discernimiento es la capacidad de diferenciar entre el bien y el mal. A veces cuesta trabajo diferenciarlos. El mal puede disfrazarse de bien, como el cuento en el que el lobo se viste de Caperucita Roja para engañar a su abuelita.
Nuestro corazón es el campo de batalla en el cual se lidia la batalla entre el bien y el mal. Es allí donde surge todo bien y todo mal, porque es el corazón el que tiene acceso a las aguas eternas donde fluyen, ambos. Somos nosotros los que escogemos de qué agua tomar, qué agua hacer brotar la fuente para desbordar a los demás. Todo mal nace en el corazón, así como todo bien.
En la vida, no se trata de ganar, de engañar o pisotear a los demás para sobrepasar. Desgraciadamente la sociedad ha volteado las cosas. Frecuentemente llegan a ser los más populares, o incluso los más exitosos financieramente, los que roban, mienten o degradan a los demás. Su único interés, la ganancia personal.
Sin embargo, nuestros corazones están interconectados. Juntos trazamos redes que nos unen para integrar un todo, superior. Así como las células se unen para hacer tejido, mismo que se entreteje para formar órganos, que luego integran sistemas, para finalmente hacer de todo, un ser humano; así nosotros, nos unimos para hacer familia, entretejer comunidades, y hacer redes sociales que integren países y finalmente una, única, humanidad.
Por lo tanto, no estamos solos. El bienestar individual que excluye al de los demás, es el origen del mal; todo aquello que separa, divide o deshace nuestra hermandad.
Como hijos, siempre contamos con nuestros padres para ayudarnos a tomar decisiones. Pero conforme crecemos, tenemos que aprender a tomar nuestras propias decisiones. Debemos enseñarles a diferenciar entre el bien y el mal, a controlar y rechazar la tendencia natural hacia decisiones de menor esfuerzo que generalmente conllevan el impulso autodestructivo del mal. Tenemos que enseñarles a responder al impulso interior, re-novador; re-creador- del bien.
Pasos útiles para diferenciar el bien del mal incluyen:
1.- Posponer la toma de decisiones hasta identificar claramente las metas deseadas.
2.- Desarrollar capacidad de auto-observación, para hacer conciencia de lo que sentimos.
3.- Identificación de “cuando” y “como” reaccionamos a “qué” estímulos externos.
4.- Enlistar y diferenciar los sentimientos propios de aquellos que percibimos de los demás.
5.- Guardar un diario de lo que ocurre, diferenciando lo que se siente de nuestras reacciones.
¿QUIEN SOMOS?
Antes de preguntarnos ¿porqué nacimos? o ¿qué queremos de la vida?
debemos poder responder ¿quién somos?
A veces, parecería que estamos integrados de muchas partes diferentes, frecuentemente, en conflicto.
Eso se debe a que tenemos diferentes dimensiones que mueven nuestro “ser”.
Tenemos, por un lado un SER INTERNO, por otro, un SER EXTERNO.
Nuestro SER INTERIOR tiene cuatro dimensiones básicas:
1.- Física
2.- Emocional
3.- Intelectual o racional
4.- Espiritual, intuitiva, o trans-personal
Nuestro SER EXTERIOR es la forma en que reaccionamos al mundo externo, a través de roles como:
1.- Individuo
2.- Pareja
3.- Familia
4.- Comunidad
5.- Sociedad
El bien y el mal pueden parecer tener diferentes perspectivas.
Para el ser exterior, el bien puede significarse por el juicio de los demás..la percepción externa. Desgraciadamente, la sociedad puede llegar a tener una doble moral, con estándares que difieren entre lo que se piensa, y cómo se responde. Frecuentemente equivocamos lo que se dice de nosotros, porque asumimos erróneamente “cómo” creemos que nos catalogan.
No podemos “caerle bien” a todos, cuando reaccionamos al “cómo” creemos que nos perciben, sólo para que nos acepten.
La mejor forma de encontrar la paz interior es a través de la integridad.
Integridad es autenticidad.
Requiere alineación entre el comportamiento exterior y el interior, que a la vez deben integrar un todo. O sea que debemos hacer el bien porque así lo deseamos, así lo decidimos, y no por complacer a los demás, en busca de su aceptación.
Para mejor diferenciar el bien del mal tenemos que conocernos a profundidad.
Para poder hacer juicios con claridad y saber hacia donde ir, tenemos que desarrollar la capacidad de discernir. El discernimiento es la capacidad de diferenciar entre el bien y el mal. A veces cuesta trabajo diferenciarlos. El mal puede disfrazarse de bien, como el cuento en el que el lobo se viste de Caperucita Roja para engañar a su abuelita.
Nuestro corazón es el campo de batalla en el cual se lidia la batalla entre el bien y el mal. Es allí donde surge todo bien y todo mal, porque es el corazón el que tiene acceso a las aguas eternas donde fluyen, ambos. Somos nosotros los que escogemos de qué agua tomar, qué agua hacer brotar la fuente para desbordar a los demás. Todo mal nace en el corazón, así como todo bien.
En la vida, no se trata de ganar, de engañar o pisotear a los demás para sobrepasar. Desgraciadamente la sociedad ha volteado las cosas. Frecuentemente llegan a ser los más populares, o incluso los más exitosos financieramente, los que roban, mienten o degradan a los demás. Su único interés, la ganancia personal.
Sin embargo, nuestros corazones están interconectados. Juntos trazamos redes que nos unen para integrar un todo, superior. Así como las células se unen para hacer tejido, mismo que se entreteje para formar órganos, que luego integran sistemas, para finalmente hacer de todo, un ser humano; así nosotros, nos unimos para hacer familia, entretejer comunidades, y hacer redes sociales que integren países y finalmente una, única, humanidad.
Por lo tanto, no estamos solos. El bienestar individual que excluye al de los demás, es el origen del mal; todo aquello que separa, divide o deshace nuestra hermandad.
Como hijos, siempre contamos con nuestros padres para ayudarnos a tomar decisiones. Pero conforme crecemos, tenemos que aprender a tomar nuestras propias decisiones. Debemos enseñarles a diferenciar entre el bien y el mal, a controlar y rechazar la tendencia natural hacia decisiones de menor esfuerzo que generalmente conllevan el impulso autodestructivo del mal. Tenemos que enseñarles a responder al impulso interior, re-novador; re-creador- del bien.
Pasos útiles para diferenciar el bien del mal incluyen:
1.- Posponer la toma de decisiones hasta identificar claramente las metas deseadas.
2.- Desarrollar capacidad de auto-observación, para hacer conciencia de lo que sentimos.
3.- Identificación de “cuando” y “como” reaccionamos a “qué” estímulos externos.
4.- Enlistar y diferenciar los sentimientos propios de aquellos que percibimos de los demás.
5.- Guardar un diario de lo que ocurre, diferenciando lo que se siente de nuestras reacciones.
¿QUIEN SOMOS?
Antes de preguntarnos ¿porqué nacimos? o ¿qué queremos de la vida?
debemos poder responder ¿quién somos?
A veces, parecería que estamos integrados de muchas partes diferentes, frecuentemente, en conflicto.
Eso se debe a que tenemos diferentes dimensiones que mueven nuestro “ser”.
Tenemos, por un lado un SER INTERNO, por otro, un SER EXTERNO.
Nuestro SER INTERIOR tiene cuatro dimensiones básicas:
1.- Física
2.- Emocional
3.- Intelectual o racional
4.- Espiritual, intuitiva, o trans-personal
Nuestro SER EXTERIOR es la forma en que reaccionamos al mundo externo, a través de roles como:
1.- Individuo
2.- Pareja
3.- Familia
4.- Comunidad
5.- Sociedad
El bien y el mal pueden parecer tener diferentes perspectivas.
Para el ser exterior, el bien puede significarse por el juicio de los demás..la percepción externa. Desgraciadamente, la sociedad puede llegar a tener una doble moral, con estándares que difieren entre lo que se piensa, y cómo se responde. Frecuentemente equivocamos lo que se dice de nosotros, porque asumimos erróneamente “cómo” creemos que nos catalogan.
No podemos “caerle bien” a todos, cuando reaccionamos al “cómo” creemos que nos perciben, sólo para que nos acepten.
La mejor forma de encontrar la paz interior es a través de la integridad.
Integridad es autenticidad.
Requiere alineación entre el comportamiento exterior y el interior, que a la vez deben integrar un todo. O sea que debemos hacer el bien porque así lo deseamos, así lo decidimos, y no por complacer a los demás, en busca de su aceptación.
Para mejor diferenciar el bien del mal tenemos que conocernos a profundidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario