La peor amenaza de la juventud en el siglo XXI es la desesperanza. Quizá, preceda como causa verdadera a las adicciones, al sexo desenfrenado, y a la violencia. Parecería que la generación anterior ha heredado a la juventud, un mundo que sólo puede aceptarse con el ‘nihilismo existencial’. Las motivaciones que incitaban a la superación, anteriormente, tales como : ‘éxito al estudioso’; ‘amor hasta que la muerte nos separe’; ‘justicia equitativa para todos’, han resultado obsoletas. Quizá por ello, la juventud escoge vivir el momento a su máxima intensidad, sin temer las consecuencias, ni la muerte. ‘Satisfacción y placer inmediatos’…es todo lo que buscan. Viven un embotamiento de negación, envuelto en música estridente, excitación adrenérgica, y superficialidad deslumbrante. Sus vivencias aceleran al tiempo y corren desapercibidas, como imágenes fotográficas, a la velocidad de una película…
Y los adultos sólo los vemos pasar; vemos como se les pasa la vida como arena, sin disfrutar, sin valorar, sin agradecer; vemos como ven sin observar, oyen sin escuchar, sienten sin apreciar, existen sin vivir; vemos como corren como agua desbordada del río, erosionando la vida, sin rumbo, sin cauce, sin contención; vemos como la tecnología los enciende, mientras denigran su integridad y difaman su interioridad, ante la incertidumbre de un mañana, y la convicción de que Dios es mera ilusión. Vemos como parecen comprobar y confirmar una y otra vez, que el amor no existe..No conocen la seguridad interior que les de confianza y les de paz. Se burlan de la moral, mofándose de su propia conciencia, habiendo desacreditado la justicia divina.
¿Porqué? Será que no valoran la vida, porque aún no saben lo que valen; y no saben lo que valen porque aun no saben quién son. Será que no saben quién son porque viven detrás de una careta?....
Todos hemos experimentado lo que es vivir a través de una careta…pero cuando y porqué nos la ponemos?
La formación de caretas surge por DESEO DE ACEPTACION, o por PROTECCION….ambas caracterizadas por el MIEDO.
• A nivel exterior, se requiere adecuación a los roles sociales para ser aceptado, y la máscara adquiere expresiones de sentimiento ajenas al Ser;
• a nivel interior, la inseguridad y el miedo a ser rechazado obligan a encubrir las debilidades personales y a proteger la vulnerabilidad interior, con el desarrollo de una máscara como antifaz (anti-face), que encubre toda expresión de sentimiento.
En un mundo, que prolonga la percepción del hombre, a través de innovaciones tecnológicas, de proyección exterior, se reduce la realidad a lo que se percibe, excluyendo lo que se siente. Así, los hechos, el rendimiento exterior, validan cada vez más la aceptación de la careta, y los roles sociales.
Cuando se niega la validez de los sentimientos, del sentir interior, no se puede ratifica al Ser. Aumenta la inseguridad personal que refuerza la duda interior y cuestiona la validez de la autenticidad. Si, a la duda, se agrega el descubrimiento de la imperfección interior, y los errores consecuentes, surge la desesperanza. El miedo ratifica al rechazo, y nulifica la validez interior. El miedo reemplaza la ausencia de amor. El miedo sustenta la careta. El miedo encadena la libertad.
Con cada personificación de falsedad, se fortalece la credibilidad de la careta, y se profundiza la inseguridad interior. Se llega, incluso, a creer que ‘somos’ la careta.
Esta escisión empieza con un diálogo interior que justifica la validez de la careta con mentiras que profundizan la distancia entre la realidad exterior, la realidad inventada, y la realidad interior. Freud describe este paralelismo como el superego (el padre/madre idealizado); el ego (el ser); y el id (el niño interiorizado). Se pierde el discernimiento para reconocer y diferenciar la careta del Ser; la realidad de la irrealidad. Así se independiza y se fortalece la falsedad interior.
El engrosamiento de mentiras y justificaciones interiores cubren, en capas, al Ser, con orgullo, egoismo, vanidad… Todas, teniendo como común denominador, a la falsedad que separa a unos de otros, la desconfianza que divide, y la justificación que valida a la falsedad y aleja la Verdad. Surge, entonces, el desdoblamiento de un ser inferior que alimenta la meta-creación de la maldad. Ante esta dualidad bueno/malo, es el hombre el creador de su propio demiurgo, su propio demonio, su verdugo interior. Solo él, como Ser Creador, lo puede destruir.
Estos procesos son inconscientes. En los adolescentes se forman por aprendizaje imitando lo que ven a su alrededor,.
Como padres, no podemos esperar que los jóvenes desarrollen libertad para escoger su profesión, su vida; para elegir entre el bien o el mal, si les hemos enseñado a mentir y mentirse validando su careta. El mensaje subliminal: no acepto tus imperfecciones, tus errores, disfrázate, entonces sí te querré..
La elección del Bien, en la libertad de albedrío, puede elevar las posibilidades personales a una potencia infinita; puede permitir dar ese ‘salto cuántico’ en la espiral de la conciencia, que favorecería a todo el desarrollo humano. La conquista sobre la mente, sobre la materia, en la libertad de elegir, puede dar resonancia al proyecto ‘ Hombre’, y renovar la esperanza. Pero antes de ser libres para escoger, tenemos que romper la eslabones de ataduras que nos encadenan a emociones descompuestas; experiencias rancias; dolor que se fermenta en la putrefacción de la maldad y que encubrimos con la careta que creo ser.
Y los adultos sólo los vemos pasar; vemos como se les pasa la vida como arena, sin disfrutar, sin valorar, sin agradecer; vemos como ven sin observar, oyen sin escuchar, sienten sin apreciar, existen sin vivir; vemos como corren como agua desbordada del río, erosionando la vida, sin rumbo, sin cauce, sin contención; vemos como la tecnología los enciende, mientras denigran su integridad y difaman su interioridad, ante la incertidumbre de un mañana, y la convicción de que Dios es mera ilusión. Vemos como parecen comprobar y confirmar una y otra vez, que el amor no existe..No conocen la seguridad interior que les de confianza y les de paz. Se burlan de la moral, mofándose de su propia conciencia, habiendo desacreditado la justicia divina.
¿Porqué? Será que no valoran la vida, porque aún no saben lo que valen; y no saben lo que valen porque aun no saben quién son. Será que no saben quién son porque viven detrás de una careta?....
Todos hemos experimentado lo que es vivir a través de una careta…pero cuando y porqué nos la ponemos?
La formación de caretas surge por DESEO DE ACEPTACION, o por PROTECCION….ambas caracterizadas por el MIEDO.
• A nivel exterior, se requiere adecuación a los roles sociales para ser aceptado, y la máscara adquiere expresiones de sentimiento ajenas al Ser;
• a nivel interior, la inseguridad y el miedo a ser rechazado obligan a encubrir las debilidades personales y a proteger la vulnerabilidad interior, con el desarrollo de una máscara como antifaz (anti-face), que encubre toda expresión de sentimiento.
En un mundo, que prolonga la percepción del hombre, a través de innovaciones tecnológicas, de proyección exterior, se reduce la realidad a lo que se percibe, excluyendo lo que se siente. Así, los hechos, el rendimiento exterior, validan cada vez más la aceptación de la careta, y los roles sociales.
Cuando se niega la validez de los sentimientos, del sentir interior, no se puede ratifica al Ser. Aumenta la inseguridad personal que refuerza la duda interior y cuestiona la validez de la autenticidad. Si, a la duda, se agrega el descubrimiento de la imperfección interior, y los errores consecuentes, surge la desesperanza. El miedo ratifica al rechazo, y nulifica la validez interior. El miedo reemplaza la ausencia de amor. El miedo sustenta la careta. El miedo encadena la libertad.
Con cada personificación de falsedad, se fortalece la credibilidad de la careta, y se profundiza la inseguridad interior. Se llega, incluso, a creer que ‘somos’ la careta.
Esta escisión empieza con un diálogo interior que justifica la validez de la careta con mentiras que profundizan la distancia entre la realidad exterior, la realidad inventada, y la realidad interior. Freud describe este paralelismo como el superego (el padre/madre idealizado); el ego (el ser); y el id (el niño interiorizado). Se pierde el discernimiento para reconocer y diferenciar la careta del Ser; la realidad de la irrealidad. Así se independiza y se fortalece la falsedad interior.
El engrosamiento de mentiras y justificaciones interiores cubren, en capas, al Ser, con orgullo, egoismo, vanidad… Todas, teniendo como común denominador, a la falsedad que separa a unos de otros, la desconfianza que divide, y la justificación que valida a la falsedad y aleja la Verdad. Surge, entonces, el desdoblamiento de un ser inferior que alimenta la meta-creación de la maldad. Ante esta dualidad bueno/malo, es el hombre el creador de su propio demiurgo, su propio demonio, su verdugo interior. Solo él, como Ser Creador, lo puede destruir.
Estos procesos son inconscientes. En los adolescentes se forman por aprendizaje imitando lo que ven a su alrededor,.
Como padres, no podemos esperar que los jóvenes desarrollen libertad para escoger su profesión, su vida; para elegir entre el bien o el mal, si les hemos enseñado a mentir y mentirse validando su careta. El mensaje subliminal: no acepto tus imperfecciones, tus errores, disfrázate, entonces sí te querré..
La elección del Bien, en la libertad de albedrío, puede elevar las posibilidades personales a una potencia infinita; puede permitir dar ese ‘salto cuántico’ en la espiral de la conciencia, que favorecería a todo el desarrollo humano. La conquista sobre la mente, sobre la materia, en la libertad de elegir, puede dar resonancia al proyecto ‘ Hombre’, y renovar la esperanza. Pero antes de ser libres para escoger, tenemos que romper la eslabones de ataduras que nos encadenan a emociones descompuestas; experiencias rancias; dolor que se fermenta en la putrefacción de la maldad y que encubrimos con la careta que creo ser.
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